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jueves, 17 de noviembre de 2011

Socioeconómico y Cultural de Mesoamérica.


“Socioeconómico y Cultural de Mesoamérica.”

Mesoamérica es la región del continente americano que comprende la mitad meridional de México; los territorios de Guatemala, El Salvador y Belice; así como el occidente de Honduras, Nicaragua y Costa Rica. No debe confundirse con la región mesoamericana, concepto acuñado para denominar una región geoeconómica por organizaciones internacionales tales como la OCDE.
Mesoamérica es un área definida por la cultura. Esta región vio el desarrollo de una civilización indígena en el marco de un mosaico de gran diversidad étnica y lingüística. La unidad cultural de los pueblos mesoamericanos se refleja en varios rasgos que Paul Kirchhoff definió como el complejo mesoamericano.[2] La definición de lo que se acepta como mesoamericano es objeto de discusión entre los estudiosos de esta civilización; sin embargo, con frecuencia se menciona en el inventario la base agrícola de la economía, el cultivo del maíz, el uso de dos calendarios (ritual de 260 días y civil de 365), los sacrificios humanos como parte de las expresiones religiosas, la tecnología lítica y la ausencia de metalurgia, entre otros. En su momento, la definición del complejo mesoamericano sirvió para distinguir a los pueblos mesoamericanos de sus vecinos del norte y el sur.
El desarrollo de Mesoamérica se extendió por varios siglos. Los especialistas discuten sobre la época que puede considerarse el "inicio" de la civilización mesoamericana. De acuerdo con algunas posturas, el hito inicial consiste en el desarrollo de la alfarería. Otros consideran que el primer complejo mesoamericano se desarrolla entre los siglos XV y XII a. C., período contemporáneo a la cultura olmeca. A lo largo de su historia, los pueblos mesoamericanos construyeron una civilización cuyas expresiones hablan de elementos compartidos por varios pueblos y rasgos que los distinguen entre sí. En la medida que avanzó el proceso civilizatorio, algunos rasgos se homogeneizaron por el contacto interétnico y otros adquirieron especificidad en ciertos contextos. Este proceso fue continuo y perduró hasta la colonización española. Algunos autores emplean indistintamente los nombres nahuas para describir objetos y conceptos originales de Mesoamérica,y otros destacan las diferencias entre los pueblos de la región.
Al ser éste un artículo introductorio, se privilegian los elementos culturales compartidos por los pueblos mesoamericanos de acuerdo con el enfoque adoptado en obras de acercamiento general a la realidad mesoamericana.[5] Aunque en este artículo no se deja de hacer referencia a las particularidades, éstas pueden ser profundizadas en los artículos respectivos.
La mayor parte de los pueblos mesoamericanos hablaron lenguas pertenecientes a las siguientes familias lingüísticas: otomangueana, mayance, mixe-zoqueana, totonacana y uto-azteca. Otras lenguas están aisladas o no pudieron ser clasificadas porque desaparecieron en el proceso de castellanización que comenzó con la colonización española y continua hasta la fecha. Este mosaico de lenguas y etnias estuvo presente durante la época prehispánica y tiene su correlato en las numerosas culturas indígenas que se desarrollaron en diversas zonas y tiempos de Mesoamérica, entre las cuales las más estudiadas han sido la mexica, la maya, la teotihuacana, la zapoteca, la mixteca, la olmeca o la tarasca. A pesar de la concentración de estudios que se han dado en el caso de esas importantes culturas, Mesoamérica fue escenario de muchos pueblos, algunos de los cuales han apenas comenzado a ser investigados a partir de excavaciones recientes.
Agricultura
El maíz
Fue el maíz la base de la alimentación de los mesoamericanos durante la época prehispánica y sigue jugando ese papel en las naciones modernas que actualmente ocupan el área. La milpa, por su lado, el sistema que se ha utilizado tradicionalmente para el cultivo de la gramínea en la región.
El cultivo de ’’Zea mays’’ fue uno de los elementos originales incluidos por Kirchhoff en el complejo mesoamericano. Buscando los orígenes de la agricultura, Richard MacNeish se internó en las secas tierras de la sierra de Tamaulipas y descubrió en la cueva de La Perra los restos de un maíz primitivo que fue datado en 2500 a. C. Siguiendo sus investigaciones hacia el sur, llegó al valle de Tehuacán donde consideró que podrían existir las condiciones para albergar testimonios que dieran luz a los procesos que llevaron a la domesticación de vegetales y al desarrollo de la agricultura en Mesoamérica.[19] Los descubrimientos de MacNeish en las cuevas de Tehuacán aportaron evidencias que apoyaron la hipótesis del origen mesoamericano del maíz.
El maíz fue domesticado alrededor del año 5000 a. C., probablemente a partir del teocintle, y llegó a ocupar un papel esencial en Mesoamérica. En esta región se conocen varias decenas de variedades adaptadas a las condiciones climáticas de las diversas regiones mesoamericanas. Estas especies pueden agruparse en dos grandes grupos, llamados alianzas. La alianza ístmica agrupa las variedades originarias de Oaxaca, la Mixteca y la península de Yucatán; la alianza del Balsas-Occidente de México comprende razas propias de la depresión del Balsas, Chiapas, la Tierra Caliente y Jalisco. Los dominios de estas alianzas se sobreponen casi siempre con los territorios étnicos de las naciones de habla otomangueana. Este hecho, sumado al dato glotocronológico que indica que la protolengua con el léxico relativo al maíz con mayor antigüedad es el proto-otomangue,apoyan la hipótesis que los ancestros de estos pueblos estuvieron relacionados con la domesticación del maíz.
En torno al aprovechamiento de este cereal surgió en Mesoamérica todo un complejo tecnológico que también perdura hasta nuestros días. Este grupo de tecnologías incluyen las técncas de siembra y la invención del proceso de nixtamalización; el desarrollo de instrumentos de molienda (metates) y la diversificación de su aprovechamiento (que va desde la harina a los tamales, pasando por el pinole y las tortillas). En la mitología y la religión también fue relevante el papel de este cereal: la masa de maíz es la materia de que están hechos los seres humanos en el mito de la Leyenda de los Soles y el Popol Vuh. Todos los pueblos mesoamericanos tuvieron una divinidad del maíz, y estuvo presente desde tiempos de los olmecas. Entre los mexicas había tres dioses del maíz: Xilonen era la divinidad de la mazorca tierna, Cintéotl fue dios del maíz maduro e Ilamatecuhtli fue patrona de las mazorcas secas.
Si bien la base de la agricultura y de la alimentación de los pueblos de la región fue el maíz, recientes investigaciones tienden a demostrar que el complemento alimentario de los mesoamericanos, particularmente de los grupos mayas, el que les permitió sostener poblaciones muy numerosas, sobre todo durante el período clásico, y muy particularmente en la región sur de Mesoamérica en donde se concentraron importantes multitudes (Tikal, Copán, Calakmul), fue la Manioca, también llamada Yuca, un tubérculo con alto contenido calorìfico del que se prepara una harina muy nutritiva, que hasta la fecha es parte integrante de la dieta de las diversas poblaciones que viven en la región maya y también en la cuenca del mar Caribe. La siguiente referencia establece el cultivo de yuca en la cultura maya, hace 1400 años en Joya de Cerén (El Salvador).
Otro cultivo y alimento importante fue el cacao: de su semilla se obtiene una pasta para elaborar una bebida (chocolate o xocolatl en náhuatl) preparada con agua.


Características de la civilización mesoamericana
Paul Kirchoff, al mismo tiempo que delimitó el área mesoamericana en términos geográficos, propuso una serie de características que definían a las culturas de la región y que eran comunes a todas ellas. Entre esos rasgos culturales, notó el uso de dos calendarios, uno ritual de 260 días, y otro de 365 días. La numeración con base veinte y la escritura pictográfica-jeroglífica, el sacrificio humano, el culto a ciertas divinidades (entre las que sobresalen los cultos a las divinidades del agua, el fuego y la Serpiente Emplumada), y varios elementos más. Los anteriores son rasgos culturales más o menos compartidos por todos los pueblos de la Mesoamérica precolombina.
Si bien Paul Kirchhoff dio una definición general de Mesoamérica, actualmente la noción va más allá de simplemente criterios materiales (cultivo de maíz, empleo de algodón, politeísmo, etc.), e incluye aspectos culturales que se originaron a partir de las primeras sociedades sedentarias. Christian Duverger argumenta que la máxima expresión de la civilización mesoamericana fue la cultura mexica. Sin embargo, esta perspectiva ha sido combatida por otros autores (como López Austin, López Luján y Florescano), quienes sostienen que la civilización mesoamericana es el resultado de la participación de múltiples pueblos con diferentes creencias. A pesar de la diversidad étnica, Mesoamérica alcanzó un grado de relativa homogeneidad gracias a los contactos existentes entre las diferentes regiones por virtud de los intercambios comerciales o las campañas militares.
Calendario de 260 días
El calendario de 260 días el cual era llamado Xihuitl o civil, agrupado en 13 meses de 20 días, al cual se le daba el nombre de Tonalpohualli entre los pueblos centrales, Tzolkin entre los mayas y Pije entre los zapotecas., cuyo inicio fue a partir del 1200 a. C., refleja la evolución del uso de la medición del tiempo, no sólo para saber qué días hay que cultivar, qué celebraciones religiosas se debían de realizar, cuál era el movimiento de los astros; sino que también era usado con fines adivinatorios y de establecimiento de los diversos destinos de los hombres.
Los nombres usados para identificar tanto los días como los meses y los años en el mundo mesoamericano proviene en gran parte de la visión mágico–religiosa que tuvieron los habitantes de Mesoamérica del medio natural con el cual convivían a principios del período Preclásico Temprano: animales, flores, los astros y la muerte. La presencia de este calendario está en todas las zonas culturales mesoamericanas: desde los olmecas, la región de Oaxaca, la zona Maya y el Altiplano Central.
Códice Nuttal. Todos los pueblos de la antigua Mesoamérica desarrollaron sistemas de escritura. Sin embargo, dado que su naturaleza es completamente diferente de la escritura fonética occidental, muchos lingüistas no la consideran como una verdadera escritura.
Escritura glífica
La escritura glífica y su estudio han pasado por diversas etapas. Desde un principio se discutió si el sistema glífico mesoamericano (excluyendo el sistema maya) era una muestra de un sistema de signos que expresaban ideas, principalmente religiosas. Un sistema que no utiliza la fonética. En relación con el uso de elementos pictográficos y su relación con los iconos, la escritura mesoamericana siempre manejó una gran variedad de significados, no sólo una visión artística, sino también religiosa y cultural. Los glifos comprenden personajes, animales, elementos calendáricos, topónimos de lugares, entre otros, que están presentes en todas las culturas mesoamericanas, incluso en Teotihuacan, donde las imágenes son bellas y elaboradas artísticamente. Los glifos que predominan son los pictográficos e ideográficos.
La utilidad de la escritura entre los mesoamericanos fue variada: sirvió para permitir la interpretación de las señales enviadas por los astros en relación con el nombre y destino de las personas. Otro uso fue para la explicación tanto de los mitos e historias de los pueblos, que eran plasmados en los glifos, tanto en piedras o en papel. Este trabajo era realizado por los sacerdotes, quienes eran los únicos que podían comprender las imágenes.
Pero un aspecto muy importante de la escritura fue que era usada por los gobernantes para legitimar su poder. La mesoamericana fue una escritura plasmada en monumentos públicos, pinturas murales, estelas y estructuras piramidales, que dan a toda persona común una simple explicación del poder de sus señores, una especie de propaganda.
Ofrendas a la tierra
El enterrar ricas ofrendas en los centros ceremoniales, proviene desde los tiempos del inicio del sedentarismo de los grupos otrora nómadas. Delimitar el espacio ceremonial y territorial para establecer un orden cósmico en la tierra, para justificar el dominio de las clases gobernantes hacia el resto de la sociedad.
Una alabanza a los dioses primigenios: el viejo fuego proveniente de los volcanes, y la Madre–Tierra. Ofrendas que son demostradas a todo individuo perteneciente a una sociedad mesoamericana a través de un túmulo de tierra, que con el tiempo se transforma en las construcciones monumentales de tipo piramidal.
Las ofrendas son importantes para el centro ceremonial: dan el poder ideológico y religioso. De ahí que los saqueos de ofrendas, signifique algo más que la búsqueda de riquezas: el debilitar y erradicar ese poderío religioso y político al centro ceremonial.
Tzompantli o Muro de calaveras. Estos monumentos rememoran a las personas que fueron sacrificadas para mantener el movimiento (y la vida) de las dos fuerzas cósmicas principales: la luz y la oscuridad.
Sacrificios humanos
El acto del sacrificar tiene un gran significado religioso–político. El sacrificio significa la renovación de la energía cósmica divina. Los dioses dieron la vida al hombre, sacrificando la suya. El hombre deberá de entregar su vida para mantener el orden divino establecido.
La sangre significa la vida en la creencia mesoamericana: la sangre humana es el líquido que satisface la sed de los dioses (en este caso el dios Sol), la sangre tiene parte de la sangre de los dioses. Con la sangre se revitaliza no sólo a las divinidades, sino también a la tierra, las plantas y los animales (por ejemplo, al águila y al jaguar). La sangre es como el agua, necesaria para la vida terrenal y la vida celestial.
Y esta obligación de revitalizar el orden cósmico se ve reflejada en las sociedades mesoamericanas a través de las imágenes que evocan el sacrificio: águilas y jaguares devorando corazones humanos; la presencia de círculos de jade o chalchihuites que representan corazones; imágenes que a la vez reflejan petición de lluvia y a la vez petición de sangre, con un mismo propósito: reponer la energía divina; la presencia de plantas y flores que simbolizan a la vez a la naturaleza y a la sangre brotando vida.
¿Qué importancia tiene el sacrificio en los aspectos sociales y religiosas de las culturas mesoamericanas? Primero, la presencia de la muerte convertida en dios. La muerte es la consecuencia del sacrificio del hombre, pero no es el fin: es la continuación del ciclo cósmico. La muerte genera vida, la energía divina es liberada tras la muerte y regresada a los dioses, para que éstos generen nueva vida. Segundo, justifica la guerra, ya que en esta actividad se obtienen los sacrificios más valiosos: los guerreros que poseen la energía necesaria para fortalecer a los dioses en sus constantes actividades divinas. La captura de prisioneros y la guerra se convierten a la vez en un medio de ascensión en la escala social, y se convierte en un juego divino. Tercero, justificar el control del poder real, de dos sectores de las sociedades mesoamericanas: los sacerdotes, que controlan la ideología religiosa; y los guerreros, que suministran los sacrificios a las ceremonias a través de la guerra y la conquista de territorios (con sus tributos correspondientes).
Estatua de Tláloc, divinidad mesoamericana de la lluvia. Fue encontrada en Coatlinchan, Estado de México, y llevada al Museo Nacional de Antropología de México. Cuando era transportada, por la ciudad, comenzó un aguacero de proporciones memorables.
La gran extensión del panteón mesoamericano se dio gracias a la incorporación de elementos ideológicos–religiosos nuevos a la primigenia religión: Fuego–Tierra–Agua–Naturaleza. La importante incorporación de las divinidades astrales (sol, estrellas, constelaciones, Venus) y su representación en esculturas antropomorfas, zoomorfas, también antropozoomorfas y formas de objetos cotidianos.
Las cualidades de los dioses y sus atributos fueron cambiando a través del tiempo y de la influencia cultural de otros grupos mesoamericanos. Dioses que a la vez son tres entes cósmicos diferentes y a la vez son solo uno. La religión mesoamericana tiene una característica importante: la existencia del dualismo entre las divinidades. El enfrentamiento entre polos opuestos: positivo, ejemplificado con la luz, lo masculino, la fuerza, la guerra, el sol, etc.; y lo negativo, la oscuridad, lo femenino, el sedentarismo, la paz, la luna, etc

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